Bienvenidas y bienvenidos a este último post de la serie. Nos había quedado la duda de cómo conectar la cuestión epistemológica con el principio de la libertad, problema planteado en el primer post. Para poder abordarlo ahora, permítaseme recapitular un poco.
La física, en tanto que ciencia teórica, conoce el mundo mediante hipótesis falsables (enunciados universales) que se prueban veraces en la experimentación controlada. Dicho conocimiento puede ser aplicado técnicamente para realizar predicciones fiables (enunciados singulares) sobre el mundo. Contra más probadas estén las hipótesis, y a más factores se tengan en cuenta al aplicarlas, más seguros estaremos de poder determinar todos los efectos de dichos factores, así como todas sus causas. Ésta es la tentación determinista.
(La serie, como decíamos, lleva dicha tentación a su conclusión inevitable: sobre nosotros, en tanto que plausibles factores de la ecuación, también podemos ser determinados en nuestras causas y efectos. “¡La libertad es una ficción!”, nos pareció oír a la serie declamar.)
Parémonos un momento para ejemplificar este proceder científico, pero hagámoslo primero sin, y luego con, nosotros como factores: