sábado, 29 de enero de 2022

La metafísica de Devs III

Bienvenidas y bienvenidos a este último post de la serie. Nos había quedado la duda de cómo conectar la cuestión epistemológica con el principio de la libertad, problema planteado en el primer post. Para poder abordarlo ahora, permítaseme recapitular un poco.

La física, en tanto que ciencia teórica, conoce el mundo mediante hipótesis falsables (enunciados universales) que se prueban veraces en la experimentación controlada. Dicho conocimiento puede ser aplicado técnicamente para realizar predicciones fiables (enunciados singulares) sobre el mundo. Contra más probadas estén las hipótesis, y a más factores se tengan en cuenta al aplicarlas, más seguros estaremos de poder determinar todos los efectos de dichos factores, así como todas sus causas. Ésta es la tentación determinista.

(La serie, como decíamos, lleva dicha tentación a su conclusión inevitable: sobre nosotros, en tanto que plausibles factores de la ecuación, también podemos ser determinados en nuestras causas y efectos. “¡La libertad es una ficción!”, nos pareció oír a la serie declamar.)

Parémonos un momento para ejemplificar este proceder científico, pero hagámoslo primero sin, y luego con, nosotros como factores:

Tenemos una ristra de leyes de la física teórica muy fiables. Tenemos también un entorno controlado del que conocemos todos los factores físicos imaginables. Sobre éste, aplicamos dichas leyes para calcular, por ejemplo, la trayectoria parabólica de una pelota que va a ser lanzada por un lanza-pelotas. Hacemos nuestra predicción, lanzamos la pelota, y acertamos al nanómetro dicha trayectoria.

Hasta aquí, sin sorpresas. El experimento ha funcionado, la pelota estaba determinada. Claro, por lo general a nadie se le ocurre en este ejemplo meter en el experimento a la propia persona que lo está llevando a cabo; en plan, que de repente le dé por poner la mano en la trayectoria, interrumpiendo la parábola de la pelota, gritando: “¡Ajá! ¡La pelota no estaba determinada!”. Claro, ¿qué sentido tendría? Pero precisamente esto es lo que se nos viene a la cabeza en cuanto nos metemos a nosotros en la ecuación. ¿Y si, una vez “conozco” mi destino, hago justo lo contrario?

Esto mismo, la propia serie Devs lo plantea en alguna ocasión, pero nunca llega a tomárselo en serio. Así ocurre en la siguiente escena, en la que, para mostrarles la potencia del computador cuántico a unos directivos de la compañía, ponen una proyección de ellos a un segundo en el futuro. Todos en la sala, salvo los desarrolladores del programa, se asustan al ver con un segundo de antelación lo que van a hacer. Lo peor de la escena es que, como hechizados por lo que ven, hacen un segundo después lo mismo que han visto que van a hacer. A nadie se le ocurre algo tan sencillo como no hacerlo (suponemos que es cosa de los guionistas para no tirar por tierra la premisa determinista de la trama):


La psique humana es lo que tiene. Le incomoda estar determinada. E incluso aunque le gustara estarlo, o le gustara lo que el destino le depara, si se centrara en imitarlo, seguro que le saldría mal. Como cuando fallas al intentar repetir una firma que te ha quedado perfecta. Algo cambia, al parecer, en el mundo, cuando se lo conoce. A no ser, claro, que lo que se haya conocido no fuera el mundo mismo, sino tan sólo una representación de éste, una predicción falible.

Algún determinista podría argüir en este punto: “eso no era un conocimiento verdadero del mundo; éste no ha cambiado; la persona seguía estando determinada allende su conocimiento sobre él”, pero, entonces, se estaría asumiendo lo que dijimos del noúmeno kantiano. Si cuando pensabamos que teníamos el conocimiento de la determinación del mundo resulta que, ahora que podemos cambiarla al conocerla, en verdad ésta no era tal, sino que estaba "en otro lugar", ¿qué significaba entonces esa primera afirmación acerca de que "la teníamos"? ¿No significaría en todo caso que, en verdad, nunca la tuvimos, y que nunca podemos tenerla?

Y aquí viene la pregunta determinante del determinismo: ¿acaso se puede llamar a la tesis determinista conocimiento, si no es capaz de demostrar aquello que afirma?

Que un conocimiento no pueda demostrar aquello que afirma significa que no es falsable (ni verificable). Esto es, nada más ni nada menos, que lo que Kant denominaba Metafísica:

«[U]n conocimiento racional especulativo enteramente aislado que se eleva por completo por encima de las enseñanzas de la experiencia, y que lo hace mediante meros conceptos […]» [KrV, B XIV]

Démosle una vuelta a esta definición. La física puede demostrar como veraces sus hipótesis en tanto que puede hacerse experiencia de éstas en los enunciados singulares sobre el mundo, en las predicciones en entornos controlados. La meta-física (en los tiempos de Kant, la mayor de las ciencias, en tanto que trataba de los grandes temas: la Naturaleza, el Hombre y Dios), al contrario, no puede demostrar nada, porque los conceptos de los que parten no pueden ser experimentados fenoménicamente; sólo se pueden suponer nouménicamente.

¿A qué conceptos nos estamos refiriendo en este caso, en la cuestión determinista? A los conceptos causa y efecto. Como dijimos, estos son conceptos puros del entendimiento. Por tanto, en tanto que tales, uno no puede hacer experiencia de la causa en sí, o del efecto en sí, sino que sólo puede experimentarse que dos cosas están en relación, en tanto que una es causa de la otra, o la otra efecto de la una. Y ésta es propiamente la trampa de la metafísica: tratar de razonar a partir de conceptos puros del entendimiento, esperando obtener de ahí conocimiento verdadero. Por ejemplo, mediante afirmaciones aparentemente tan racionales como: "Todo es efecto de una causa". Pero un conocimiento sólo puede probarse verdadero en la experiencia, y dichos conceptos, como hemos visto, no pueden ser experimentados en tanto que tales conceptos, por lo que no pueden fundar ciencia alguna, por muy tentados que estemos de aplicar a priori dichas afirmaciones a toda experiencia posible.

Terminada esta cuestión, si no podemos saber si estamos o no determinados, ¿eso significa que no sabemos si somos o no libres? En principio, esa sería la conclusión, pero es que la libertad no es una cuestión epistemológica. Se nos presenta como un hecho de la razón, algo desde lo cual hay que partir, no a lo que debamos concluir. Puede que metafísicamente hablando sea muy interesante la discusión en torno al determinismo, pero no podrá nunca negar o probar el principio de libertad. Precisamente porque es un principio, no un final. Y aquí nos referimos a libertad, no en el pobre sentido neoliberal del término, en tanto que ausencia de impedimentos, sino en un sentido que implica responsabilidad: estamos obligados, qué se le va a hacer, a ser libres, porque nuestros actos sólo están condicionados, pero en ningún caso determinados, por todo lo que nos ha precedido. (Importante también aquí no caer del otro lado y deducir que la situación de uno es enteramente su responsabilidad, o que uno es libre de conseguir lo que se proponga. Basta de metafísica y de frases mister wonderful).

Todo este rodeo que hemos dado a través de la Metafísica de Devs no la hemos dado sin necesidad, sino para justificar un importante punto de partida para toda reflexión futura relacionada con los avances técnicos y científicos en el mundo de la informática: el deber ser no se deduce a partir del ser. No porque algo sea así significa que deba ser así porque, digamos, alguna ley causa-efecto hacía inevitable su deber ser así, sino que es la voluntad la única que tiene la legitimidad de afirmar cómo debe ser el mundo, no porque las leyes de la naturaleza así lo dictaminen, sino porque así lo dictamínan las leyes de la libertad. Y, repetimos, ésta no es la conclusión de este blog, sino su punto de partida.

Por tanto, estas dos cuestiones, el no confundir el conocimiento del mundo con el mundo mismo, y la irreductibilidad del principio de libertad, serán, por lo pronto, nuestra brújula cuando abordemos, en futuros artículos, las cuestiones implícitas en las grandes innovaciones tecnológicas del último siglo, no para dar sólo posibles respuestas, sino ante todo para problematizar y replantear las preguntas.

Esperemos que estos post os hayan sido de interés, y nos vemos aquí en futuras reflexiones. ¡Un saludo!😀

#LaFilosofíaImporta #ESOesFilosofia

 

Bibliografía:

1.     Immanuel Kant (2009), Crítica de la razón pura (Trad. Mario Caimi), Ed. Colihue.

2.     Felipe Martínez Marzoa (1995), Iniciación a la filosofía, Editorial, Ed. Istmo.

3.     Karl R. Popper (2008), La lógica de la investigación científica (Trad. Víctor Sánchez de Zavala), Ed. Tecnos.

4.     Jürgen Habermas (2009), Ciencia y técnica como ideología (Trad. Manuel Jiménez Redondo),  Ed. Tecnos.

5.     Carlos Fernández Liria (1998), El materialismo, Ed. Síntesis.

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